El fin de Ardmindale

HMS Thunderchild – Puente de Mando
Astrofecha, 15 de enero de 1909 AU-1


En el puente de mando del Destructor Clase Lightning HMS Thunderchild los indicadores giroscópicos de orientación mostraban que el buque se encontraba solo ligeramente desviado a babor con respecto a la línea de horizonte de Ardmindale, la colonia sobre la que orbitaba. Un fragmento de "Giulio Cesare in Egitto" inundaba plácidamente el ambiente, en contraposición con la serie de pitidos angustiados del telégrafo lumínico que emitía desde el palacio del gobernador colonial, una angustia comprensible por el hecho de tener en su órbita cinco astrobuques de combate, lo cual sumaba un total de casi diez mil baterías de cañones Blomefield apuntando a la ciudad.

- Teniente Douglas, haga el favor de dejar de parecerse a una estatua y acérquese a los astromapas, necesitamos de su juicio – la voz cansada del Comandante Roderick H. Blackmore resonaba por el puente como campanas en un día de misa retumbando entre los mamparos de bronce y hierro.

- ¡Sí, señor! – el Teniente de Navío Peter Douglas III nunca llegaría a concebir la vida sin una cadena de mando que le impusiera respeto, pero la acción que iban a llevar a cabo, el bombardeo masivo de la colonia Ardmindale, le parecía excesivo. Con pasos largos y rápidos se situó al lado del Comandante, poniendo la gorra bajo el brazo con un gesto mecánico y preciso. Hacía calor, y olía a hollín, pero eso era normal en un astrobuque.

Los astromapas configuraban un esquema de la zona, en el que podían verse suspendidas las figurillas de latón movidas por mecanismos de relojería que representaban al destructor HMS Thunderchild, y las Fragatas Clase Britannia HMS Cumberland, HMS Kent, HMS Somerset y HMS Cornwall, en formación sobre el planeta. El Oficial de Tablas DaVinci de Navegación Dean Fairchild seguía pendiente de la disposición de la flota.

- Tenemos a la HMS Cumberland a babor, a cuarenta millas, unas tres mil sobre la superficie planetaria, su capitán pide permiso para cambiar su orientación siete grados respecto al ecuador y así evitar recibir de cara el amanecer orbital.

- Dígale que deje la formación en mis manos, si no le importa. Y deme el informe de estado de las armas.

- Tenemos casi todas las baterías Blomefield en posición de tiro, con unas diez mil cargas de cuarenta y ocho kiloícaros, lo que nos da un total de doscientos teraphaetones de energía. Eso precipitaría una descarga capaz de devastar un radio de cincuenta y ocho millas con una onda destructiva de clase alfa en las primeras seis salvas, señor.

-Con eso deberíamos acabar con este problema de Ardmindale de una vez y estar en casa para Navidad, ¿no es así, Douglas? – el Comandante Blackmore parecía tener unas prisas del demonio por librarse de aquel trabajo.

- Bueno, si vamos a disparar durante unas diez horas aproximadamente… pero Señor… permiso para hablar con franqueza, Comandante – la voz de Douglas empezaba a flaquear.

- Permiso denegado. Aquí dejamos la franqueza para los civiles.

- Sí, señor, pero permítame que insista, esto que vamos a hacer es un atrocid…

- Permiso denegado – dijo Blackmore pronunciando lentamente cada palabra -¿no comprende lo que significa eso, teniente?

- Si, señor. Lo lamento, señor.

-Bien, vamos a disponer a la Cornwall seis millas a babor de la Kent. Dejemos en paz a la Somerset, está bien dónde está. Quiero a sus capitanes confirmando blanco en diez minutos.

- De acuerdo, señor – el telegrafista Thomas Young se dirigió al cuadro del sistema de comunicación lumínico para transmitir las órdenes y entonces vio que el indicador de recepción estaba activado.

- Señor, tenemos una comunicación desde el palacio del gobernador de Ardmindale – dijo con voz mecánica

- ¿Qué querrán estos malditos rebeldes ahora?

- La comunicación es de mala calidad, ¿la paso en altavoces, señor?

- Negativo, pásela en auricular – Blackmore se puso los cascos y los ajustó debajo de la barbilla, se hizo el silencio en toda la sala, un silencio sólo roto por el zumbido lejano del motor antibárico y los clicks de los engranajes del telégrafo que el polifonador convertía en palabras; el comandante suspiró con hastío y respondió.

- La situación de la que habla está causando un montón de problemas al almirantazgo y, de paso, al Imperio, gobernador. Mi respuesta es no.

- ¿El gobernador está intentando negociar? – preguntó en susurros Fairchild a Douglas.

- Es normal, parece que la revuelta está sofocada y quieren convertirle en cabeza de turco. No se bromea con la Armada Espacial de su Majestad Imperial Británica, pero esto es excesivo. Son casi cincuenta mil personas, ciudadanos británicos. Y no quedará nadie vivo cuando acabemos.

- Estoy de acuerdo, deberíamos hacer algo, ¿pero qué?

El comandante Blackmore se quitó los auriculares, y miró al oficial de tablas.

- ¿Dónde está esa confirmación, Fairchild?

- Solo faltan la Cornwall y la Somerset, señor.

- Cuando uno espera el tiempo no pasa, ¿verdad, teniente?

- Tan lento como un día sin té, comandante.

- Señor, una nueva comunicación de Ardmindale – la voz de Young sonó desde el panel de transmisiones lumínicas.

- Corte la transmisión, teniente - el teniente de navío Douglas puso su mejor rostro de indignación, se acercó al cuadro de control de telecomunicaciones y se dispuso a accionar la palanca; sin embargo, se detuvo un momento, si Blackmore estaba dispuesto a matar sin piedad a todos los habitantes de Ardmindale, al menos que les oyera, y que sus voces le persiguieran en sueños el resto de su vida. Bajó la palanca de los altavoces del puente de mando.

- …epito, la situación está bajo control… zzzzz… no disparen… zzzzzz… no disp...en… por Dios, hay mujeres y niños aquí… zzzz… piedad…. zzzz… no… zzz… necesario… zzzz… todo está controlado… zzzzzzzz… atiendo conf… mación….zzzz – el rostro de Blackmore se convirtió en algo incomprensible para la mayoría de los presentes.

- Cierre la transmisión, cabo Winchester, y Teniente… considérese arrestado. Sargento Scott, acompañe al teniente a su cabina. Fairchild, ¿tenemos confirmación de la Somerset y la Cornwall? Quiero a todos los astrobuques en posición de tiro.

- Sí señor, la Somerset acaba de enviar hace siete segundos la señal de lista para el fuego, y la Cornwall hace veintidós.

- Muy bien.

- Pero, comandante, debo discrep…

- Fairchild, no tiente su suerte… mande iniciar la secuencia mecánica de fuego de artillería con los Blomefields. Quiero Ardmindale convertida en un páramo.

- A la orden Comandante – en el exterior de la nave, los cañones giraron en sus habitáculos rotatorios para apuntar a las coordenadas establecidas por las tablillas perforadas de puntería.

- A mi señal.

- Listos, comandante.

- Fuego.

 
 
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