Siluria: Historia
Caradoc, El Último Rey.

Sólo hay un héroe legendario en Siluria cuyo nombre sea respetado y evocado a menudo por todos los clanes: Caradoc, que fue rey de Siluria cuando aún existían la monarquía en la nación. Su existencia es completamente verídica, pero en su historia ya no se distingue la parte legendaria de la parte real. Se decía que era hijo del legendario Bran Fendigaid, rey de Siluria, hijo de deidades y señor del Cuervo.

Se dice que Caradoc vivió y reinó durante la invasión romana, y tal fue su resistencia que Roma se vio obligada a construir la muralla de Adriano para pro tegerse de los silurios liderados por él.

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Caradoc había sido bendecido por los dioses y los druidas del Monte Mearaig, y durante años y años desafió al poder del Imperio Romano y condujo a su pueblo a una victoria tras otra. Sus guerreros tenían tanta confianza en él que le hubieran seguido hasta el más negro abismo sin dudarlo. Caradoc sabía mantener la esperanza y la moral alta en las enormes tropas de guerreros que tenía a su mando. No luchaba por él, ni por sus compañeros, sino por Siluria.

Los bardos cuentan que Caradoc no temía por su vida, pues los dioses le protegían, de modo que era el primero en lanzarse a la carga aún cuando había perdido todas sus armas, y no dudaba en hacer de escudo humano para proteger a los más jóvenes. Se dice que llegó a recibir, a lo largo de su vida, más de una veintena de impactos de flecha, pero de ni una sola de esas heridas brotó sangre alguna. Así se convirtió en un estandarte para Siluria y símbolo del orgullo de su nación. Su fama fue reconocida por toda Britania.

Un día, nueve años después del inicio de las batallas y conquistas, las legiones romanas rodearon al ejército de Caradoc, convirtiendo la batalla en una situación crítica para Siluria. Caradoc decidió pedir refuerzo militar al antiguo reino de Brigantia (situado en gran parte de lo que hoy es Leonís)., a pesar de que sus druidas de confianza le recomendaban encomendarse a los dioses, y plantar batalla a los romanos sin ayuda. Apenas sin tiempo, y consciente de que iba a necesitar hombres con presteza, se decidió a reclamar más guerreros, y fue a pedir ayuda a Cartismandua, reina de Brigantia. Ésta le prometió apoyo, y Caradoc estuvo en su castillo no más de dos jornadas, mientras se convocaban los refuerzos y se ultimaban los detalles estratégicos. Pero al segundo día no fueron los refuerzos los que llegaron al castillo, sino los romanos. La reina de Brigantia había traicionado a Caradoc, que sorprendido y desarmado, nada pudo hacer para evitar ser apresado.

Alguien dijo que los dioses le habían castigado por elegir la confianza en los hombres en lugar de la confianza en ellos.

A raíz de esto, los ánimos de los guerreros de Siluria cayeron por los suelos y se hicieron vulnerables a los ataques romanos, por lo que finalmente los romanos consiguieron conquistar Siluria y alzar la muralla de Antonino Pío.

Achacando la culpa de todo a Brigantia, Siluria comenzó a tener malas relaciones con esta nación, por quienes se sintieron realmente traicionados, aunque los embajadores brigantes aseguraron que la traición había sido sólo obra de la reina en un momento de confusión. Muchas generaciones después aquel rencor y desconfianza han desembocado en las actuales relaciones tirantes entre Leonís y Siluria.

Además, desde entonces el pueblo silurio rechazó las relaciones diplomáticas con otras monarquías, desconfiando de todas ellas. De hecho, se retiró el sistema monárquico de Siluria, permitiendo sólo el liderazgo de un caudillo que coordinara a los clanes.

Nada más se supo en Siluria de Caradoc. Corrieron rumores de que había logrado liberarse y aguardaba en algún lugar para, algún día, volver a llevar al triunfo a sus guerreros. Otros aseguraron que se había clavado la espada en su propio corazón antes de ser decapitado por los romanos. Sea como sea, los druidas insisten en que su awen se albergó en un gran roble que ha crecido desmesuradamente en la cima del Monte Mearaig, desde donde infunde valor y patriotismo a todos los silurios.

A los pies del monte hay una gran roca labrada dedicada a la memoria de Caradoc, que da fuerzas, ánimos y esperanzas a los guerreros de los clanes silures.

Consta que Caradoc tuvo una hija. Es posible, pues, que existan descendientes, pero quizá para evitar ser glorificados han preferido ocultarlo, y de momento no se sabe nada al respecto.


Historia Reciente

Durante mucho tiempo, el Clan del Tejo se ha erigido como uno de los más poderosos de Siluria. Muchos caudillos de esta tierra han sido líderes de este clan, pero sin duda el mas conocido de ellos será Sir Bedivere, recordado por todos como caballero de la Tabla Redonda. Fueron tiempos felices en su época, la era de Arturo, pero todo tiene su fin y tras la muerte de Arturo los reinos britanos comenzaron una terrible guerra entre ellos.

Fue años después cuando en la isla de Avalon, el día del Cuervo, se reunieron todos los líderes de Britannia para elegir un nuevo portador de Excálibur, y así deshacer la maldición de Merlín. Pero en ese momento en el que Gaheris, el rey de Leonís era elegido Bretwalda, comenzaron los infortunios sobre la tierra de Siluria. Garwen hijo de Bedevere, caudillo en ese momento, era muerto por los seres malditos que asolaban Avalon, y ese mismo día en el que los grandes líderes se encontraban lejos de sus hogares, una gran horda de bestias monstruosas y pictos salvajes invadía Siluria. Era el ejército maligno convocado por el infame Tiberivs Cane, del que tantas historias se han contado. Los silures, desprevenidos, sufrieron el fulminante ataque que les hizo perder muchos hogares, a muchos familiares y cientos de guerreros. Muchos huyeron a las montañas, otros al sur, a Leonís, y tras el Muro de Adriano establecieron la defensa.

Fueron tiempos difíciles para los hijos de Caradoc, pero un momento esperanzador para Britannia, pues todos los reinos se unieron por fin contra un enemigo común, y en esfuerzo conjunto se recuperó cada palmo de tierra silur, y se persiguió al enemigo hasta el norte: la inhóspita tierra de Pictland. Allí, en la fortaleza oscura de Vacomagi, Tiberivs Cane dirigía sus tropas. Tras una dura campaña los britanos resultaron vencedores... pero Siluria nunca volvería a ser lo que era. Muchos campos fueron quemados y dejados inservibles, majestuosas fortalezas derruidas y familias enteras destrozadas.

Muchos efímeros caudillos se sucedieron en pocos años, procedentes de diversos clanes. Gran importancia han tenido recientemente los MacArcher, un clan que permaneció largos años viviendo en las montañas sin inmiscuirse en los grandes asuntos de Siluria. Bors MacArcher fué caudillo, y hoy Gato MacArcher dirige a los guerreros silures. Ocurrió que en los días de Bors, reconocido cristiano, aumentaron en Siluria los seguidores de la religión de la cruz (o el Dios Muerto, como lo llamaron los druidas). Fue una sorpresa para todos cuando el clan MacCrow se declaró como completamente cristiano. En ese momento se empezó a creer en Siluria en el fin de las guerras de religión, pero como ya sabemos, no pasaría mucho tiempo hasta que salieran de su error.

Rumores de guerra venían de ultramar. Se decía que el Papa de Roma, apoyado por Ludovico, Rey de los Francos, enviaba una cruzada contra los paganos britanos. Algunos respiraron tranquilos cuando el Bretwalda Gaheris anunció su boda con Ariadne Ivette, Reina de Dumnonia e hija de Ludovico. A muchos desagradó en enlace con la cristiana, pero los que comprendieron que quizá aquello frenara el ataque se equivocaron. Los barcos de los invitados a la boda llegaron cargados de ejércitos, y aprovechando la reunión de líderes en Leonís comenzó la invasión de la isla descabezando a la mayoría de los reinos. Allí, Lady Newhir del Clan del Tejo, Caballero de la Tabla Redonda murió en combate, junto a Orel, Paladín del Tejo, y muchos guerreros silures. Pero el caudillo, Gato MacArcher, consiguió huir al norte, a Siluria.

Pese a estar la isla dominada de punta a punta por los ejércitos francos, las tropas de ultramar aún no han sobrepasado el Muro de Adriano. Pero lo que no esperaban los silures es que el ataque no viniera del sur, sino del norte. Atravesando el Muro de Antonino Pío, un ejército de pictos ha irrumpido en Siluria. El pueblo pintado, que se le daba por prácticamente desparecido tras la guerra contra Tiberivs Cane, ha reaparecido con un potencial militar que nadie preveía. De nuevo la tierra de Siluria es invadida desde el norte, y esta vez los diezmados y agotados silures temen que este sea el verdadero fin.

Pero mientras el caudillo MacArcher intentaba reunir todos los guerreros posibles para defender a Siluria de este ataque, un hecho ocurrió. Cuando los pictos tomaron ferozmente la fortaleza de Roxburgh, un hombre sobrevivió. De nombre desconocido, reunió en torno a el multitud de hombres y mujeres que habían perdido sus hogares, y así comenzó una guerra de guerrillas que ha entorpecido notablemente el avance picto, dando tiempo al caudillo a organizar la defensa en Wightown. Esta misteriosa figura se hace llamar El Viudo o El Viudo de Roxburgh, y su leyenda se ha propagado rápidamente por Siluria encendiendo la llama de la esperanza en el corazón del pueblo. Se dice que el caudillo y sus señores de la guerra no ven con buenos ojos a este guerrillero que sobre todo usa tretas sucias, e incluso ataques suicidas contra el enemigo. Un fanático. Pero el pueblo empieza a verle como su salvador, y lo cierto es que sus acciones están sirviendo de gran ayuda a la defensa silur.

Ahora, los ejércitos de Siluria comandados por Gato MacArcher y la resistencia promovida por El Viudo se preparan para plantar cara definitivamente a los pictos.

 
 
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