Termina una Guerra

La noche es lúgubre y húmeda como boca de lobo cuando suena el Cuerno de la Cacería.

El viento retuerce las ramas de los árboles, como la Niebla retuerce las almas de los caídos.

Recuerdo el ruido crepitante, recuerdo cuando los cuervos aún sabían graznar, su plumaje oscuro, sus vidriosos ojos que brillaban ante mi Oscura Inmaculada, Idealizada, Torturadora… Ella… la Luna a la que aúllo. Tan terrible, tan hermosa, tan tentadora, seductora de la oscuridad. Haz que diga mi nombre en un susurro y haré lo que tú ordenes.

Mataré por ti, Señor Astado.

Mi corazón palpita. Un dolor atormenta mi alma recuperada, perdida y otra vez recuperada, en Su nombre. El hambre aumenta y se vuelve carne, el latir de mi corazón, ¡Oh, con qué fuerza bate!

Mi cuerpo se contrae, el dolor recorre mi espalda, se aloja en mi cabeza, atenaza mis brazos y piernas hasta la punta de los dedos. 
Es horrible. 
Es hermoso.
El dolor es indescifrable, mis ojos… rojos como la sangre, ardientes como metal al fuego, quemarían el mundo si me permitiera abrirlos.

Estoy de rodillas, retorciéndome en el suelo como un gusano desenterrado que se quema ante la luz del Sol, pero no es el Sol sino Ella. Su luz baña mi ser, me observa, me despedaza de adentro hacia fuera, soy Suyo.

Mi cuerpo no resiste, quiere explotar por dentro. Siento como mis extremidades se expanden, la carne que chisporrotea bajo la piel, en mis venas la sangre hierve, mi garganta se hincha y las palabras ya no salen de mi boca.

Mis dedos, los siento a través de la Niebla que puebla mi mente. La espada en mi mano, negra como la noche, batida a golpes de martillo en noches sin luna, curvada y afilada.

Tomo aire, lanzo un alarido que sale a modo de aullido, no puedo….no el dolor, ya no está…se ha ido, pero yo…no soy yo… Soy Hambre.

Cómo una sombra en Su nombre salgo de caza… El dar caza a los que osan poner pie en la tierra que Él ha reclamado cómo Suya es un temblor fascinante, delicioso, afrodisíaco, el rastro provoca que mi cuerpo se contraiga, me tienta a seguirlo, es difícil resistirse, mis sentidos gruñen, lo sienten, lo desean, lo siento, lo quiero, lo deseo… El olor, ese olor…

Mi espada se tiñe de sangre tanto como mis dientes.

La sangre del Mal sabe cómo debe saber un bocado del Paraíso.

 

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