Todo empieza con un susurro

Empezó con un susurro… Es cierto.

El susurro del Muro de Oberón al levantarse.

¿Por qué decidió el Sumo Monarca dejar la Tierra del Verano aislada del resto de mundos?

Como siempre, la razón hay que buscarla en la magia, en los Poderes.

Los Hijos de Eva habían aprendido a controlar y dominar las fuerzas de la magia, una magia que extraían de nuestro mundo. Nuestro mundo moría mientras el suyo florecía, sus reinos alimentándose de poder de nuestra misma tierra.

Oberón cerró nuestro mundo a su influjo. Salvó nuestra tierra al precio de condenarla.

Pues la Tierra del Verano quedó a la deriva en la Gran Corriente, al alcance de los terrores que viven entre los mundos.

Al alcance de la Reina Dorada.

Sus Ojos, heridos por Excalibur, despertaron al alzarse del Muro y de nuevo pudo Ver. En las tinieblas elaboró su plan para devorar la Tierra del Verano, pero primero, tramó su venganza contra Gofannon.

Mientras el dios herrero estaba pacíficamente bajo los manzanos de Annwn, desperezándose de un sueño que había creado por sí mismo doce millones de reinos. Mientras se frotaba los ojos y se quitaba las inconmensurables legañas, un ejército  de criaturas doradas tomaron su esencia, le modelaron en lodo, le dieron vida, le insuflaron de la forma acostumbrada el espíritu y le dejaron sin formar en el vientre de una humana.

En silencio, con rapidez y malicia, le condenaron a una vida mortal.

Después, con presteza, la Reina Dorada y sus hordas asaltaron las Tierras de Verano.

Las noticias acerca de la aparición de la Reina surcaban el viento, y a todos los rincones de la Tierra de Verano llegaron los rumores de cómo hordas de sus dorados, hermosos y crueles ángeles poblaban todo el territorio dominado por ésta. Muchos fueron los que dudaron de la palabra de los mensajeros, y más aún de la historia de una gran fortaleza construida en tan solo unas horas.

IMAGEN8

Numerosas abominaciones se abalanzaron sobre las tierras de los goblins. Seres de pura luz y extrema belleza,  tan feroces y salvajes como el más aberrante de los ogros. Los goblins se defendieron como es su costumbre, con ingenio y valor sin límites, pero sin esperanza.

Los elfos, poco más tarde, pusieron todos los medios de los que disponían para defender sus tierras, pero la embestida fue violenta. Muchos cayeron entonces, consiguieron sin embargo reorganizarse bajo el estandarte rojo de la Reina Ellyn y plantar cara al enemigo con el apoyo de las gentes de las Montañas liderados por el mismísimo Albericht.

Nibelungos y gigantes, enterradas sus diferencias, acudieron al frente a apoyar a sus vecinos, los elfos.

Se encontraban en camino cuando se reveló la traición de los boggans, quienes atacaron la retaguardia de goblins y elfos portando las enseñas de la Dorada. La Traición se ejecutó con una hoja de jade negro, que cercenó en su lecho la vida de Ellyn de las Colinas. Una reina moría, y con ella, su reino se agostó cómo un pedregal bajo el sol.

Pronto las hordas de oro se hicieron con el control de esas tierras, desencadenando una auténtica matanza por la que los goblins se vieron tremendamente diezmados, pero lograron huir al oeste y volver a plantar cara al enemigo. Menos suerte tuvieron los faunos y los sátiros, pues fueron atrapados entre dos frentes y no tuvieron opción de retirada. Apenas hubo supervivientes.

Pronto los elfos habían perdido la región oriental, y luchaban junto a los nibelungos por detener al ejército de la Dorada en el sur, mientras en el norte goblins y gigantes luchaban por defender lo que quedaba de sus tierras. La situación era insostenible, y la mitad de la Arcadia ya había sido conquistada por la Diosa.

Los ejércitos de los Hijos del Verano no pudieron detener a su enemigo, y lo que durante un breve tiempo fue un frente común que surcaba el Reino de norte a sur fue penetrado por las aberraciones de la Dorada y los traidores boggans.

Prácticamente la totalidad del Reino había sido ocupada por los ejércitos de la Dorada. Se convirtió en una tierra inhóspita, infestada de horrendas criaturas o gentes salvajes, tierra de exiliados de sus reinos o condenados a muerte que habían preferido vivir entre bestias que ser ejecutados. Los Hijos del Verano, con sus Reyes a la cabeza, se encontraron refugiados en el norte y el oeste e intentaron en varias ocasiones recuperar al menos un valle, una aldea, pero nada consiguieron. Entonces llegó La Marea.

IMAGEN9

 



 
©Reinos Celtas 2015