Las Cortes: La Eterna Estepa

Observa. La estepa es eterna. A cada paso suspira la misma tierra, y el llanto de hambrientos espíritus surca el aire. En sus rincones habitan criaturas de pesadilla y se oye el suave lamento de muertos sin descanso. En ocasiones una nube oculta el ya débil sol, y en otras un bosque cercano atrae al viajero. Almiares de nubes cabalgan en hileras. Domovoi, vilas, vampiros, vodianoi, rusalkas y caballeros muertos hace tiempo dominan estas tierras, que parecen ancladas en el tiempo. Hacia el este se extiende esta tierra sin final, cada vez más extraña y peligrosa, como salida de la pesadilla de un demonio sumido en un sueño febril.

Las estepas guardan la frontera entre los vivos y los muertos, y este límite es en ocasiones confuso y cambiante. En sus caminos borrados por el tiempo vagan variopintos grupo de fugitivos, compuesto por mercenarios, saqueadores y refugiados de diverso tipo. El aislamiento, el hambre y la locura producen estragos mientras la misma tierra parece augurar la presencia de un ente maligno que aguarda en las profundidades del subsuelo y de la propia mente. Son tierras duras que engendran gentes duras cómo los mismos huesos de la tierra. Guerreros que siembran la perplejidad y el miedo allá dónde ponen sus miradas ansiosas y enloquecidas. ¿Qué espíritu es el que mueve de esta manera a naciones enteras e innumerables tribus? ¿Qué cataclismos conducen las hordas? ¿Qué nueva felicidad y privilegios vislumbran en la neblina azul del inmenso desierto? Las interminables estepas conservan historias que hablan de la aparición de jinetes desconocidos, provenientes nadie sabe de dónde, guerreros gigantes y ciudades misteriosas.

Y en el centro de la estepa, en lo profundo de sus bosques de árboles helados, en el límite del reino de los mortales y de los espíritus, se encuentra el refugio de la Baba Yaga, pues la bruja es la protectora de la frontera entre los dos mundos. Su hogar no es como cualquier otro: se sostiene sobre una pata de gallina y se mueve por voluntad propia. Está adornada con los cráneos de los desdichados infantes que han caído en sus garras, en cuyo interior arden sus almas.

Dicen que cuando Baba Yaga aparece, su presencia es anticipada por los chasquidos de madera seca con los que los árboles gimen, seguido de un viento tempestuoso que la impulsa a salir del bosque como un torbellino malvado. Dicen que la naturaleza ayuda a la bruja a emboscar al incauto que se adentre en su tierras, ya sea el héroe del cuento o los entrometidos niños que se perdieron en su territorio. Dicen que ataca a sus presas golpeándolas y mordiéndolas con dientes de hierro, como un animal salvaje. Dicen que resulta imposible escapar de la bruja.

Y más vale creer lo que dicen.

 

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