Las Cortes: Las Altas Montañas
Observa. Las Montañas del Norte. Su geografía se compone de la tundra, bosques de pinos, campos y llanuras árticas rurales y, más allá, montañas cubiertas de nieve que se extienden hasta más lejos de lo que nunca haya viajado nadie. Son tierras peligrosas y terribles, en cuyos bosques y cuevas habitan gigantes de la helada, trolls de las nieves, mamuts lanudos, arañas de escarcha y espectros de hielo. Es también el hogar de los nibelungos, una de las Altas Razas de las hadas, conocidos por su increíble resistencia al brusco mordisco del frío y su habilidad en la forja y la orfebrería.

Todas estas criaturas habitan en un reino que pasa de noches negras en bosques de un verde tan oscuro que atemoriza, a mañanas resplandecientes en vastos terrenos nevados, de un blanco tan intenso que quema. Es una tierra de cavernas claustrofóbicas con hermosos claros llenos de luz, cementerios de mamuts, lagos donde los alces se refrescan, criptas antiguas llenas de bandidos y muertos vivientes, guaridas de gigantes, enormes esculturas erigidas en medio de las llanuras... Marrones y grises y verdes oscuros, pero también azules y rojos y amarillos y violetas. Y ante todo, el blanco de la nieve que cubre los riscos y las praderas.

Y sobre estas tierras, en las que el viento muerde como un millar de puñales y el hielo se forma sobre el mismo aliento, gobierna Albericht de la Tempestad, nacido del mismo corazón de las montañas. ¿No sientes el clamor de los riscos?

Recuerda. Cierra el puño y piensa en el ciclo interminable de días y noches que te precedieron: recuerda las paredes de piedra, libélulas, lodo, una mandrágora, esa mujer que camina hacia la neblina que inunda el valle, el rostro frío y descarado de la montaña en el horizonte mientras una impresionante aurora boreal ilumina el cielo, el cielo estrellado en la noche estrecha del norte, el canto de un juglar adentrándose en el bosque. El eco del trueno. Recuerda los peces que nadan a contracorriente, raíces poderosas que sueldan los robles a la montaña como si fueran remaches de un escudo, lobos que cazan en el alba, el sol alto sobre la frente de las hadas del hielo. Siente como del interior de tu cuerpo estalla una voz indómita que clama por el honor y la gloria, y exige que recuerdes a aquellos que cayeron antes que tú.

Es la voz de las montañas.


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