Las Cortes: El Reino del Cuervo

Observa. Llegarás a esa tierra por un camino oscuro, yermo, que asolan espíritus enfermos. Hallarás que tus sentidos te engañan cuando pises el reino donde el Cuervo gobierna, erguido en negro trono, desde su lúgubre torre. Tierras de un clima salvaje y sublime que habita fuera del tiempo y el espacio.

Parajes de tenue verde, de los que no se adivina el fin entre la niebla engañosa. Tierras de espejos, en las que el mismo paisaje miente a los ojos. Valles sin fondo y ríos sin cauce que transcurren entre grietas, cuevas y titánicos sauces, cuyas formas a la vista escamotean las lágrimas que por doquier derrama el propio aire. Montañas que hunden sus laderas en lagos abruptos, de riberas cubiertas de juncos en las que se confunden suelo firme y agua. Mares chispeantes que elevan sus olas airadas hasta los cielos envueltos en llamas y niebla. Estanques que extienden sin cesar sus aguas solitarias, quietas, heladas, muertas...

Y siguiendo su murmullo eterno y sombrío, junto al bosque gris, en el pantano donde viven el verde y el azul, encontrarás tenebrosas lagunas donde tienen los íncubos sus lechos milenarios. En los rincones más vulgares y los más mustios parajes el visitante halla, si descuida su mente, memorias del pasado amortajadas, formas que suspiran inquietantes y aterran a su paso al viajero. Quizá espectros de amigos que entregaron sus restos agónicos a la tierra... o sacrificio al cielo de negras alas.

Pero el caminante, al atravesar el Reino del Cuervo, no debe demorarse en escrutar la fría tierra en busca de secretos y misterios que resolver. Jamás los frágiles ojos del Verano podrán posar la vista en sus arcanos. Lo quiere así su rey, que ha alzado el tenue velo de la bruma, de modo que los ojos del forastero nada ven tras la cortina de gasa y niebla.

Salvo, quizá, los juicios de los cuervos.

 

cuervo

 
©Reinos Celtas 2015