Negro Jade

La joven se detuvo un instante, considerando sus opciones. La única forma de llegar a la habitación era cruzar a nado el foso y trepar por la torre de piedra en la oscuridad. No podía llamar la atención de ningún guardia ni hacer ningún ruido que pudiera ser perceptible por los vigías. La guerra los hacía precavidos.

Se introdujo en el agua del estanque cuidadosamente, sin el menor chapoteo. Gracias a los Invernales, no se les había ocurrido encantar a ningún animal para que protegiese el foso. El agua besó su cuerpo desnudo, estaba fría, pero tenía que avanzar despacio para no emitir ni un sonido. Nadó los cincuenta metros hacia la zona de la torre que consideró más idónea para su objetivo.

Llegada al pilar de la torre se apoyó en la piedra e inició poco a poco la escalada hacia la ventana. Tenía que tener cuidado. La altura era considerable y una caída podía ser mortal. Convocar la magia para alzarse solo conseguiría delatarla.

Todo estaba saliendo según el plan. Se acercaba a la ventana. Estaba abierta. Con cuidado, al llegar, echó un vistazo al interior y comprobó que la reina dormía. Alzó la lámpara de cuarzo y polvo de muertos, y la tenue luz inundó la habitación, desterrando las sombras a los rincones.

Se introdujo en la estancia. Se movió hacia la dama dormida.

Su cuerpo goteaba agua del foso e iba dejando marca de los pasos de sus pies. Cuando estuvo delante de ella, se sentó en la cama, levantó el cuchillo de jade negro y lo acercó a su cuello.

Entonces ella abrió los ojos. Ojos de un verde profundo como las colinas.

Miedo, dulce miedo, pero ni la sombra de un grito.

- Así que eres tú mi destino. - dijo Ellyn, casi con resignación.

- ¿Destino? No. Soy la Oscuridad. Soy la Muerte. Venganza y furia. Bronce y carne. Diamante y hueso.- la joven hizo una pausa, de sus labios surgió un susurro.

- Jade y sangre.

Hubo un movimiento brusco, rápido, preciso.

Las sombras se tiñeron de cálido rojo.

 

negro_jade

 
©Reinos Celtas 2015