El Héroe de Rislav

Pese a su diminuta estatura, el goblin llamado Greelyx es recordado con respeto y admiración - y con un aspecto bastante mejor que el que realmente tenía - por sus congéneres de todo el Laberinto. Le llaman "el Héroe de Rislav".

El pequeño goblin tuvo la malísima suerte de verse en medio de un intercambio de golpes entre el mismísimo Jareth y el caudillo de la Horda Dorada, Francisek Kermod, que montaba una inmensa mantícora de guerra.

Greelyx decidió hacer lo que cualquier goblin sensato haría en una situación semejante: calarse bien hondo el yelmo y encogerse en el suelo, en un esfuerzo por ser lo más pequeño posible.

La poderosa mantícora inhaló, preparándose para soltar un torrente de fuego sobre el Rey del Laberinto, pero lo hizo con tanta fuerza que se tragó, sin pretenderlo, al aterrorizado goblin, que debido a su puntiagudo yelmo se quedó completamente encallado en la garganta de la bestia. Mientras Jareth abatía en combate singular al caudillo, la mantícora se ahogaba sin remisión hasta morir, gracias al pobre Greelyx.

Solo tras finalizar la batalla, cuando Rislav pudo considerarse salvada, los demás goblins iniciaron la pesada labor de descuartizar la mantícora para obtener de ella un buen montón de carne que echar a sus hambrientos estómagos. Fue entonces cuando se descubrió el cuerpo indefenso del goblin atravesado en la tráquea de la bestia.

A Greelyx le fue inmediatamente otorgado el título de Héroe de Rislav y el propio Jareth firmó con pluma de plata su nombramiento en el cargo honorífico de Paladín del Laberinto.

Desafortunadamente, el pobre Greelyx no había sobrevivido a la experiencia para ver las celebraciones en su honor, lo cual es una lastima, le habrían encantado.

 

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