La Cueva

¿Cuánto más resistirán aquellas lanzas que giran en la entrada de la cueva de cristal?

Aquellas que impiden la salida del terror de los terrores. Un calabozo creado por manos imperfectas que pretenden controlar al gran monstruo por completo.

De alguna forma la raza de las faes está condenada a ser el alimento necesario para mantenerlo eterno, tal es su naturaleza. El monstruo, etéreo e inmortal, había conseguido despertar de su sueño intermitente. Se encontraba dentro de su cueva esperando satisfacer su gula infinita para luego dormirse nuevamente, si nadie acababa con él, saldría de la oscuridad para alimentarse de la carne y la magia.

Bajé a las profundidades en su búsqueda, esperando que aquel gigante voraz de aspecto desconocido se manifestara de alguna forma, para darle muerte, y guardar su temible y cambiante rostro como un eterno mal recuerdo.

Aunque llevara conmigo las llaves de la verdad, eso jamás sucedería, al menos no en esta vida. Nadie que se hubiera enfrentado a su presencia había vivido para contarlo. pero yo creía en mis fuerzas.

Cuando reaccioné para enfrentarlo, me sentí el guerrero que siempre había soñado ser, pero su enorme presencia imperecedera agotó todo momento futuro posible. Le gustaba cazar sigiloso.

Estaba a mi espalda, saboreando su eterna victoria. Mi muerte, al menos, saciará su hambre brevemente.

Quizás algún día alguien más poderoso logre vencerlo. Alguien triunfará donde yo no pude, ni aun siendo conocedor del nombre de la bestia que todo lo devora.

Quién sabe, quizás ya se encuentre entre nosotros quien pueda derrotar a Tiempo.

 

cueva

 
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