Los Dioses de Alba

En Pictland, donde la Religión del Roble permanece intacta ante influencias externas, los druidas son misteriosos y los dioses crueles...

Cuando las águilas de oro de las legiones romanas llegaron a la isla que entonces aún se llamaba Prydain, llevaban consigo multitud de nuevos y extraños dioses. Sin embargo, los seguidores de la religión del roble siguieron leales a los antiguos dioses, que habían adorado sus padres y los padres de sus padres. Los romanos temían a los druidas y, durante el año negro, mucho antes del nacimiento de Arturo o incluso el de Merlín, arrasaron el santuario de Ynys Dywyll, y gran parte del conocimiento de la orden de los druidas se perdió. Cualquiera que hable con un santón de Pictland, encontrará que sus creencias y costumbres pueden llegar a ser muy diferentes de las del resto de Britania. En realidad, los druidas pictos constituyen una rama tan antigua del druidismo que resulta difícil saber en que momento se separaron de los dioses del resto de los britanos; o si fueron los druidas britanos los que abandonaron a sus dioses ancestrales y empezaron a invocarlos de otra forma.

 

Dagda: muy pocos son los que veneran a Dagda pues se considera una deidad lejana, abstrusa y poco comunicativa. Su papel se ciñe casi exclusivamente a los relatos en torno al fuego donde se explica cómo Dagda soñó al mundo en un tiempo antes del tiempo y cómo cada una de las partes de su conciencia se materializó dando origen así a los dioses.
Dagda representa lo divino de todo cuanto existe, Dagda es la esencia misma del universo.

 

Lughu: allá donde el Sol refulge, allá donde los hombres sonríen y la esperanza mana, allá se encuentra el espíritu de Lughu. Muchas son las historias que se cuentan de este dios y más aún los héroes a los que ha favorecido a lo largo de los tiempos. Lughu es el patrón de muchos reyes y gobernantes, pues su luz simboliza la buena administración y el conocimiento de aquellas artes necesarias para gobernar.

 

Cernunnos: los lugares no reclamados por la mano del hombre pertenecen al Dios Cornudo. Allá donde las bestias habitan, Cernunnos habita también con ellas. A él se levantan las plegarias cuando el ganado va a parir y a él piden perdón los cazadores cuando cobran su presa.

 

Toutates: cuando los cuernos de guerra llaman, Toutates instruye a los soldados y consulta los mapas. En batalla hace que se levanten los muros de escudos y que los estandartes flameen. El es el amo de todas las armas, de todas las estratagemas y el padre de la victoria.

 

Taranis: cuando en los cielos estallan las tormentas, los hombres claman la piedad de Taranis. De él se dice que es un dios voluble que beneficia y maldice por igual incluso al mismo tiempo. Taranis es el espíritu indomable de los cielos, el jinete de los vientos agitados y el auriga de los relámpagos.

 

Epona: los jinetes siempre cuelgan de sus monturas pequeños amuletos para protegerlas. Epona es la reina de los caballos y la patrona de todos los animales que hacen la vida de los hombres más amable guardando sus hogares o trabajando en los campos.

 

Oghmiu: nada es suficientemente desconocido ni suficientemente oscuro para Oghmiu. Él representa la chispa de la curiosidad, el brillo de la buena poesía y la magia de las historias del pasado. Se dice que todo cuanto ha sucedido y todo cuanto se ha dicho Oghmiu lo ha escuchado.

 

Morrighu: Morrighu es la compañera del guerrero, la fuerza que enloquece al combatiente y lo arroja al campo de batalla y finalmente, el cuervo que algún día picoteará su cadáver. Su nombre se cubre de oscuridad cuando se lo invoca, pues su bendición es aquella que conduce a las puertas de la muerte.

 

Dis: los hombres no temen a la muerte, temen los salones de Dis y cruzar el puente de espadas. Nada escapa al dios de las promesas rotas y su juicio no admite mitigación. Todo cuanto un hombre ha incumplido espera retribución en el más allá y Dis es la mano que se toma la venganza tanto sobre vivos como sobre muertos.

 

Lir: el océano guarda secretos y Lir los conoce todos. Las insondables profundidades de las aguas son el dominio de Lir y cualquier navegante sensato busca su favor cuando las naves surcan su territorio. Lir es un dios de riqueza y perdición, pues de su carácter depende que las empresas en el mar sean fructíferas o letales.

 

Gofannon: ningún artilugio es desconocido para el dios que ha fabricado todo cuanto se puede concebir. Los metales son su sangre y la tierra su trono. De sus manos han surgido todas aquellas cosas con las que el hombre trabaja o alegra sus ojos. Las leyendas hablan de algunos objetos que llegaron al mundo por sus manos como regalos y fueron copiados por los hombres cuando vieron su utilidad.

 

Danu: el llanto del recién nacido y el hilo de vida del moribundo son el milagro de Danu. Ella es la chispa de la vida, la llama del corazón que palpita y el misterio que calienta la sangre de los hombres. Allí donde la vida germina y se desarrolla, Danu ofrece sus bendiciones.

 

Crom Dubh: igual que la semilla gana fuerzas para abrirse paso por la tierra, los humanos se sienten atraídos a otros de su raza. Crom Dubh es la fuerza de la fertilidad, el impulso de la reproducción y el patrón de la abundancia.

 

 
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