CARTA XVII

Caerhanwynvs. 21 de Octubre.
    Conmemoración de Santa Úrsula

A Su Reverencia
ARCHIDIÁCONO JUAN
Santa Ciudad de Roma.

Beatísimo Padre, reciba nuestro más cordial saludo en el Señor Jesús.

Es la intención de la presente exponer de manera simple y ordenada, de forma que las dudas que me fueron expresadas en vuestra última carta sean resueltas, las costumbres de los caledonios en lo que respecta a la figura del rey.

Es de entender que si bien la palabra rhí –pronúnciese "rei"– con la que el pueblo pintado se refiere a su gobernante proviene evidentemente del rex que entre los latinos define al monarca, el rey de Pictland no es más que un princeps entre sus iguales. La elección del mismo se lleva a cabo entre los señores de los clanes con derecho a ello –entiéndase que tienen derecho aquellos que hayan demostrado a sus iguales bravura y astucia en batalla– y son los votos de los guerreros, emitidos mediante el golpetear de espadas y escudos, los que deciden quien será el rhí, que dirigirá a los caledonios a la batalla.

Esto es importante, pues un rhí que no participe directamente en la guerra, perderá rápidamente sus apoyos y será muy posiblemente sustituido, pues a pesar de que la elección se realiza teóricamente hasta la muerte del elegido una reunión de los clanes puede retirarle el poder e incluso clanes individuales pueden negarse –si no temen desafiar las decisiones del señor de la guerra– a acatar sus decisiones, puesto que el vasallaje, que constituye la base del gobierno entregado por Dios a los hombres para su buen conducir, es desconocido entre este pueblo pintado. Llama la atención no obstante, la costumbre en desuso por la cual el rhí jura entregar su sangre a sus dioses paganos pasados siete años de su gobierno, entregándose así en sacrificio. Mucho he investigado este particular, hallando que hace generaciones que tal acto, abominable a ojos de Dios, no se lleva a cabo. Una vez muerto el rhí, es atribución de los jefes de los clanes la elección de un nuevo caudillo, o la disolución del cargo hasta que sea de nuevo necesitado.

Item más, asumimos que habéis comprendido por nuestras anteriores cartas, que no siempre ha existido un rhí en Pictland, y que este es elegido en momento en los que suceden o pueden preverse grandes acontecimientos que afecten al conjunto de los clanes, como fue el caso de la elección del jefe tribal Dukevante, de cuya hospitalidad y confianza gozo. Dicho debe dejarse también que cada clan tiene en su jefe la máxima autoridad sobre los hombres del mismo, y sólo en los asuntos que afecten a más de un clan puede ejercer el rhí su autoridad, dado que es también árbitro máximo en cuestiones de deuda y sangre.

Espero, beatísimo padre, hayan sido resueltas vuestras dudas en cuanto a este asunto y, Dios mediante, proseguiré pues con mi misión y os mantendré informado puntualmente.

Que Dios os guarde,

    Jean Baptiste Henri Lacordaire

 

 
 
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